Este lema acompaña al director creativo de 46 años, responsable de producto y autor de libros, desde su primera etapa formativa como creador de originales de impresión. Para el propietario de una agencia publicitaria, precisión, calidad y perfección son aspectos fundamentales; así es como su lema ha terminado convirtiéndose en el dogma principal de todos sus colaboradores.

Guido Lenssen siempre sacrifica una parte de su corazón en cada proyecto, tanto privado como profesional. Con pasión, empeño personal y entrega persigue cada trabajo hasta su meta. Por algo su actual agencia se llama HEARTBLOOD.

El libro ESPERANZA SANTIAGO se ha creado precisamente con este corazón y amor al detalle. Se ha mantenido una correspondencia frecuente con todos los implicados —traductores, correctores, impresores, encuadernadores— a quienes se ha solicitado máximo cuidado y precisión.
Pero no se trataría del libro mágico que es si no se hubiera producido un hecho fantástico: como por arte de magia, todos los colaboradores han mostrado una paciencia y comprensión de la singularidad de su trabajo que les ha permitido ofrecer un excelente resultado.
Solo así se podía completar este maravilloso proyecto.

Nadie que no fuera el propio Guido Lenssen podía preparar para impresión las más de 200 fotografías cuidadosamente escogidas con ese estilo y entusiasmo en un arduo y meticuloso trabajo de montaje. Ninguna empresa de litografía del mundo habría podido reproducir con mayor acierto y mejor colorido todas las impresiones personales. Las fotografías complicadas por su colorido y expresividad se han imprimido varias veces para comprobar si el papel era capaz de reproducir el colorido de forma tan realista como la pantalla. Los matices más insignificantes, apenas visibles para el ojo, adquirían una gran importancia y han necesitado ocasionalmente alguna corrección.

Solo la mejor impresora en el mercado, la Heidelberg más grande y cara, era lo suficientemente buena para imprimir el libro. Tampoco en este sentido ha dejado Guido Lenssen nada al azar, supervisando con cien ojos durante tres días con sus noches cada uno de los pliegos impresos. Cada una de las fotografías ha sido personalmente autorizada. El mismo autor, diseñador gráfico profesional, ha realizado pequeñas correcciones de color en la impresora o intervenido enérgicamente cuando pensaba que había que cambiar una placa de impresión y, en el peor de los casos, volver a retocar una fotografía.

En cuanto a los traductores, se hicieron diferentes pruebas de traducción y se escogió a aquellos que más se identificaron con el contenido. Debían ser capaces de reproducir la espiritualidad, manteniendo el estilo y sin alterar el contenido.

La misma plantilla para el troquelado del libro se ha preparado con una exactitud milimétrica y el encuadernador la ha colocado con máxima precisión. Lenssen también se encargó personalmente de examinar y dar el visto bueno a cada maniobra en este proceso.

Pero el mayor desafío para el meticuloso director creativo fue encontrar una imprenta capaz de imprimir el formato buscado de 25×37 cm sin un incremento excesivo del precio y con la impresora necesaria. Lenssen tampoco escatimó ningún esfuerzo a la hora de encontrar al socio adecuado para su libro y no cedió ni un milímetro en lo que respecta al formato que quería.
Y seguro que no fue casualidad que, tras una intensa búsqueda, el representante de la imprenta escogida se presentara con su apellido, «Jakob», y la amable dama encargada de la recepción se llamara «Señora Jakob».